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EL MEJORAMIENTO GENÉTICO DE FORRAJERAS TUVO SU REVOLUCIÓN VERDE CON CULTIVARES ADAPTADOS Y SUPERIORES PARA PRODUCCIÓN DE CARNE Y LECHE

Si bien la ganadería tiene características que la diferencian de la agricultura, con la utilización de germoplasma adecuado en forrajeras, detectado por innumerables introducciones y evaluaciones de larga data al que se le aplicó selección y mejoramiento genético clásico, se logró un importante progreso por selección con diferencias cuali-cuantitativas en los nuevos cultivares forrajeros. Esos cultivares son comparables al progreso logrado con los cultivos de especies autógamas como trigo y soja, por lo que podríamos considerar a este avance otra revolución verde* cuyo resultado no se puede apreciar directamente como en los cultivos agrícolas, sino a través de la producción secundaria de carne y leche

Ing. Agr. Pedro Rimieri (M.Sc., Dr.)

Referente en Mejoramiento y Genética de Forrajeras

EL MEJORAMIENTO GENÉTICO DE FORRAJERAS TUVO SU REVOLUCIÓN VERDE CON CULTIVARES ADAPTADOS Y SUPERIORES PARA PRODUCCIÓN DE CARNE Y LECHE

Si bien la ganadería tiene características que la diferencian de la agricultura, con la utilización de germoplasma adecuado en forrajeras, detectado por innumerables introducciones y evaluaciones de larga data al que se le aplicó selección y mejoramiento genético clásico, se logró un importante progreso por selección con diferencias cuali-cuantitativas en los nuevos cultivares forrajeros. Esos cultivares son comparables al progreso logrado con los cultivos de especies autógamas como trigo y soja, por lo que podríamos considerar a este avance otra revolución verde* cuyo resultado no se puede apreciar directamente como en los cultivos agrícolas, sino a través de la producción secundaria de carne y leche

Ing. Agr. Pedro Rimieri (M.Sc., Dr.)

Referente en Mejoramiento y Genética de Forrajeras

 Antes de explicar y justificar lo que el título propone, se deja constancia de algunas particularidades de las forrajeras y de la ganadería, que explican, aunque opacan o debilitan el indudable aporte de los nuevos cultivares superiores a la mencionada revolución verde*. Esas peculiaridades están asociadas al uso corriente de variedades forrajeras no adaptadas o sobrantes de otras partes del mundo o directamente semilla ilegal de dudoso origen, aunque hay que reconocer que el origen ilegal utiliza también cultivares superiores porque reconocen su superioridad pero no sus derechos de propiedad; hay que sumar a lo anterior, que en ganadería al resultado productivo de carne y leche se lo relaciona muy a menudo con muchos factores, algunos de ellos menos importantes que al alimento, el factor productivo esencial representado en mayor medida por el pasto y los forrajes conservados.

Las especies que permitieron esa particular revolución verde en Argentina fueron:

  1. Alfalfa y raigrás por el aporte mayoritario del mejoramiento genético local y externo o una combinación de ambos. La alfalfa tuvo además sus poblaciones locales o pampeanas derivadas de antiguas introducciones;
  2. Festuca y agropiro por la introducción de germoplasma adaptado, la posterior aplicación de selección masal y últimamente, mejoramiento genético para lograr cultivares sintéticos superiores. El mismo esquema para trébol blanco y para poblaciones nativas de Bromus (cebadilla). Esquema que se repitió en varias especies forrajeras introducidas y nativas;
  3. Gramíneas subtropicales o megatérmicas que principalmente por introducción de ecotipos o poblaciones  y una posterior selección mendeliana, impusieron por adaptación y persistencia a una serie de ecotipos, poblaciones, clones y verdaderos cultivares de ese grupo de especies, que determinaron un antes y un después para la región semiárida, el NOA y el NEA: desde el pasto llorón hasta las gramas, desde Panicum hasta Setaria, desde buffel grass hasta gatton panic y desde Digitaria hasta Paspalum o Brachiaria que permitieron duplicar y triplicar la producción de carne e indirectamente mejorar la producción y el manejo de los pastizales;
  4. Maíz planta entera (silaje), Alfalfa (heno y silaje), Moha de Hungría (heno) y sorgo planta entera (silaje), que como forrajes conservados aportaron suplementos al pastoreo o fueron componentes de dietas en sistemas intensivos. Con bajo costo y por detrás de las pasturas, dieron seguridad y previsión a los sistemas y ante el efecto de la sojización con la disminución de la superficie en algunas forrajeras cultivadas o de la desaparición de otras,  esos forrajes conservados atenuaron la falta de los forrajes de las pasturas que fueron reemplazadas por cultivos agrícolas.

                De los cuatro grupos anteriores, en los tres primeros hay antecedentes de introducción de colecciones de forrajeras desde la década de 1950 y aún antes. Pero esa fue la base en el inicio y con la consecuente detección de los orígenes del germoplasma mejor adaptado se pudo producir la revolución verde que mencionamos, aplicando selección y mejoramiento genético para generar cultivares adaptados, productivos y de mejor sanidad. Este esquema exitoso fue iniciado en los ´50 del siglo XX en el Ministerio de Agricultura anterior al INTA y plasmado en nuevos cultivares referentes y perdurables que en muchas especies fueron el sustrato para la generación de modernos cultivares desde la última década del siglo XX. Un valor complementario de este esquema es la universalidad del mismo para especies forrajeras templadas y megatérmicas, que además, puede ser aplicado con éxito en otros países de la región y del mundo. Está destinado a una ganadería que privilegie el pasto y le confiera estabilidad al sistema productivo con forrajes conservados como suplemento y complemento de las pasturas, sin desaprovechar la ventaja comparativa de los rumiantes para el aprovechamiento los alimentos fibrosos.

El aporte y la detección de colecciones de germoplasma, con selección y mejoramiento genético determinaron esos cambios cuali-cuantitativos revolucionarios que desarrollamos en párrafos anteriores. La próxima etapa, que ya se inició, involucra a herramientas de la biotecnología para acelerar procesos del esquema anterior, el que sigue estando vigente y siendo eficaz, para la generación del alimento básico de los rumiantes, irreemplazable por su aporte al buen funcionamiento ruminal,  por su bajo costo y por permitir sistemas diversificados con sostenibilidad.

            Si bien el énfasis y la revolución se logró con los nuevos cultivares forrajeros, el aporte y la complementación del grano, en especial maíz y sorgo, son reconocidos por su participación histórica y porque en Argentina los rumiantes son los mayores consumidores internos de esos granos, aún con el avance y crecimiento de la avicultura. Esa complementación de la agricultura con la ganadería aumentó el potencial productivo de nuestros sistemas ganaderos y si se complementaran aún más en el futuro, la sostenibilidad del conjunto se notaría mejorada.